domingo, 22 de agosto de 2010

Títulos de Crédito.

No me gusta esta película. No la entiendo y me aburre. Las palomitas están rancias, la sala huele a sudor, los demás espectadores se ríen de cosas que no tiene gracia, y aplauden como idiotas cuando creen que deben hacerlo. Las butacas son incómodas y la moqueta está pegajosa. El aire acondicionado no funciona y el ambiente está vomitivamente enrarecido. Sigo sin poder comprender la confusa trama que se desarrolla en la pantalla a manos de aquellos mediocres actores, y dejo de prestar atención a la película. Dejo pasar los minutos intentando recordar los motivos que me llevaron a este inmundo cine, pero ya no recuerdo nada. Ya no recuerdo quien soy. Fundido a negro. La película termina. Títulos de crédito. La gente abandona poco a poco la sala. Aquellas letras blancas continúan subiendo lentamente y me quedo solo sentado en mi butaca. Leo los nombres que se deslizan. Se encienden las luces. El acomodador me habla. Quiere que me vaya, pero yo no quiero. Me grita y me amenaza. Le miro a los ojos y le respondo: "Pienso quedarme aquí hasta que decida irme, hijo de puta".


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