miércoles, 28 de septiembre de 2011

El triunfo de la razón.

Me ha sorprendido y alegrado enormemente comprobar que, finalmente, mi némesis mejicana ha logrado escuchar la sosegada voz de la razón. Sé que éste es un triunfo peregrino y caduco, así que he decidido inmortalizarlo con una captura y compartirlo con vosotros, para que las huellas dejadas por la razón al pisotear la infinita estupidez humana perduren tanto como las de los astronautas sobre el polvo de la luna.


Me complace que por fin haya aprendido a perder, don Alberto. Espero comprobar que su razón es perenne, no volver a tener noticias suyas nunca más, y que usted no las vuelva a tener de mi.

Ahora si (y de verdad), un abrazo.

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