martes, 14 de abril de 2009

Turistas del futuro.

Hoy ha vuelto a mi una antigua fantasía en la que no pensaba desde que era adolescente.
He ido a comprar pienso de gatos al Carrefour, y de camino, he constatado que mucha gente me miraba de forma realmente perturbadora, como si esperaran mi presencia en ese punto concreto del camino en ese preciso momento, como si estuvieran esperando verme pasar. Algunos no mostraban ningún reparo en seguirme con su mirada, inspeccionándome curiosamente de una forma casi inquisitorial, pero siempre respetuosa en extremo.

No sé por qué, pero de repente he estado absolutamente convencido, como cuando era mi proto-yo, de que todos ellos formaban parte de una excursión de turistas provenientes del futuro que habían pagado una increíble suma de dinero por saciar sus ansias de conocer a un glorioso ídolo de masas en sus años oscuros, antes de convertirse en el icono que llegará a ser dentro de unos años, recordado incluso dentro de siglos, cuando los viajes en el tiempo sean una realidad permitida por los increíbles avances tecnológicos de los que disfrutará la humanidad. También se podrá visitar a Cervantes cuando era recaudador antes de escribir el Quijote, a Miguel Ángel cuando tallaba rocas de desecho en los jardines de los Médici, a Beethoven en su primer viaje a Viena, o a Jesucristo cuando ayudaba a José en el taller de carpintería.

Todos los turistas de futuro son previamente camuflados e instruídos acerca de las costumbres de la época para pasar desapercibidos por el visitado y sus coetáneos, ya que les son entregadas indumentarias y roles que no deben despertar el menor atisbo de sospecha, debiendo guardar una prudente distancia de seguridad respecto a la figura histórica visitada.

Luego he comenzado a pensar que quizás esta fantasía no tiene demasiada consistencia, ya que, por ejemplo, este blog, al igual que todos mis escritos y obras, serán estudiados por los eruditos, y mencionar el haberlos descubierto en su aventura temporal y conocer la verdadera naturaleza de su procedencia en alguno de ellos, supondría un error de planificación que con total seguridad habría sido evitado con medios que ahora mismo no sería capaz de deducir, ya que se habrían tomado las medidas oportunas para ello.

No he sido capaz de dejar de fumar, he caído de nuevo tras casi diecisiete horas de abstinencia, pero no me siento en absoluto mal al respecto, ya que nuestros vicios y defectos nos otorgan la base de nuestra humanidad, y yo, ante todo, deseo ser humano y pasar inadvertido entre vosotros como otra sombra gris sin sustancia ni alma que consume chóped Crismona, ríe a risotadas con las esperpénticas charlotadas cabareteras de Cruz y Raya, o llora de emoción cuando un niño gordo y marica de Triana se desgañita cantando coplas de Juanito Valderrama.

Vuestra simpleza me fascina, y aunque he de reconocer que a veces también me asquea, no puedo evitar envidiaros, porque aunque creéis ser felices sin serlo, no sufrís.

0 comentarios: