domingo, 19 de abril de 2009

La Persiana, El Fax.

Desde el viernes por la mañana tengo el teléfono desconectado como motivo de precaución. El caso es que las operadoras no paran de acosarme con las nuevas y consabidas promociones y aunque acepto de mala gana que forme parte de su trabajo también debo reconocerles el mérito de conseguir joderme sobremanera. Sé que hoy, por ser domingo, no van a llamar y por ende no me van a joder pero más vale prevenir que curar dice el eterno refrán.

También se suele decir que el domingo es el día de descanso por antonomasia. Evidentemente se excluyen de tal efeméride ciertos sectores hosteleros, zonas de ocio, servicios mínimos a la comunidad y establecimientos varios. Para el funcionario ejemplar, por ejemplo, hoy es su único día de trabajo. Tomarse un café cortado y masticar bollería industrial a las 12:00 a.m. mientras se hojea la prensa dominical supone un verdadero y ejemplar esfuerzo aunque no remunerado. Por suerte, esta frenética actividad se extiende tan sólo a lo largo de un día. Aún así, ya se manifiesta ansiedad por comenzar la semana para dedicarse, en cuerpo y alma, a actividades extraoficiales tales como explotarse furúnculos, escanearse el culo en la multicopista de la oficina o conversar relajada y tendidamente sobre la excitante y exitosa jornada liguera.

A veces este relax se ve interrumpido momentáneamente por el ensordecedor ruido de la persiana, el mecanismo de la silenciosa impresora láser o el pitido intermitente y machacón del fax. Entonces no queda más remedio que tomarse el tercer café de la mañana en la flamante máquina expendedora porque con suerte allí estarán los sempiternos López, Gómez y Gutiérrez para retomar las hazañas de Iker, Messi y compañía y constatar unánimemente las tetazas de Pilar Rubio, que no todo va a ser fútbol, cojones.

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