lunes, 8 de junio de 2009

Relato A. Primera parte.

Irving H. Wallace vive en el segundo piso de un pequeño edificio de tres plantas situado en el número 19 de Kensingtom Road, frente a Hope Park, a unos quince minutos a pie del centro de la ciudad.

Hoy es lunes, y como todos los lunes el viejo despertador de timbre que Irving conserva desde hace más de quince años sobre la mesita de noche ha sonado puntualmente a las 7:45 A.M. anunciando la hora de abandonar el sueño y comenzar una nueva jornada. Irving se incorpora religiosamente, se calza las zapatillas de cuadros escoceses y se desplaza con paso firme hacia el cuarto de baño. Se observa en el espejo, se palpa la barbilla y decide afeitarse. Seguidamente se dará una buena ducha tonificante. Luego permanecerá, como siempre, unos minutos dubitativo frente al armario y finalmente escogerá una de las cuatro camisas blancas que planchó el día anterior, se ajustará la corbata azul marino, y se pondrá el traje gris oscuro, su traje preferido, que recogió de la tintorería la semana pasada.

Irving está desempleado desde que la factoría de repuestos manufacturados Sonersem&Sons
cerrara sus puertas definitivamente por quiebra y dejara a toda la plantilla expuesta al subsidio. De eso hace ya más de un año. Pero eso no le ha impedido abandonar su meticuloso ritual.

Mientras desciende por las escaleras del edificio se ha topado con la anciana señora Mushroom y le ha dado oficiosamente los buenos días. Hoy presiente que va a ser un gran día. De hecho, Irving siente esa misma sensación cada mañana, en el preciso momento de situarse sobre el piso bajo, frente a los viejos buzones de latón, en el acto cuasi litúrgico de consultar el correo. ¿Habrán aceptado su petición de entrar a formar parte de la empresa de pisapapeles artísticos Smith? ¿Le habrán concedido esa denostada entrevista de trabajo en Grounders, la multinacional líder en el sector del papel higiénico? Irving está francamente ansioso mientras introduce y gira lentamente la llavecilla para abrir la portezuela del correo.

Prospectos de publicidad a una tinta, dípticos de comida rápida, facturas de la luz y el agua, un anodino sobre blanco escrito a mano con bolígrafo, un sobre apaisado en flamante papel reciclado con el anagrama de Grounders. Irving no puede contener el júbilo y grita un sonoro sí con todas sus fuerzas que reverbera como la nota si del órgano de pipa de una catedral gótica por toda la estructura interna del edificio haciendo sobresaltar a la señora Mushroom tres pisos más arriba.

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