Políticamente correcto.

En este círculo vicioso mal trazado, en este circo habilitado a modo de apestoso gallinero, donde la gallina es siempre zorra y quien manda es don dinero, donde se barre para afuera y el que no corre vuela o se hace el muerto, en este lupanar de mal agüero de despachos improvisados donde nadie mueve ficha pero todos cobran aún hay que desfacer entuertos. Y encima, en esta santa tierra inundada de impresentables bien preservados, donde sobran diputados indispuestos, elogiadas oeneges, programas políticos bisiestos, vertederos de plástico, costas edificadas, rotondas e invernaderos, aún hay que ser políticamente correcto. Manda cojones, señores.
Y mientras tanto, los astados rufianes, no hacen otra cosa más que seguir el camino trillado. Malditos sean los condescendientes. Eso sí, a Dios rogando y con el mazo dando. Porque peca de inocente quien siendo fariseo actúa inconscientemente.

Y para disipar sus dudas, anónimo y pusilánime lector, le comunico esto:

Ya están aquí las rebajas del verano. Camisas al 50%. Más vale pájaro en mano. Calzoncillos en descuento. Gástese media paga. Ahora escuche leidigaga. Despilfarre el presupuesto. Miento. Aún le sobra para un café con leche en una cafetería del centro. Sea usted quien sea, me importa un pimiento. Aplíquese el cuento. O siga siendo, pues, políticamente correcto.