sábado, 4 de abril de 2009

Los gatos de la gente.

Confieso que cuando comencé a escribir este blog esperaba recibir muchas más visitas de las que aparentemente estoy recibiendo.

Los últimos días he estado visitando varios blogs de gente que considera que tiene algo interesante que contar o compartir con los demás.

He visitado 57 blogs distintos, elegidos casi aleatoriamente, teniendo únicamente en cuenta la temática del mismo, buscando los que pudieran encuadrarse dentro de lo se puede considerar un blog personal.

De estos 57 blogs, 34 eran de personas menores de 18 años. El resto, excepto uno, pertenecían a personas de entre 18 y 35 años.

Los usuarios del sector más joven incluían invariablemente alguna referencia a manga y anime en algún apartado, o al menos en una entrada. No entiendo muy bien los motivos, pero era una variable constante.

Otro detalle a destacar es que en 28 de esos 57 blog, en algún momento aparecía la foto de un gato, normalmente del entorno familiar del bloguero. Sería interesante estudiar también las causas.

En todos los blogs que he visitado, se aludía una y otra vez a temas totalmente triviales y superficiales, relacionados únicamente con las vacías inquietudes consumistas de cada individuo, relatando insisténtemente acontecimientos lúdicos sin importancia o interés para nadie más que el propio interesado o circulo cerrado de amistades cercanas, poseedores también de otros blogs de temática similar, vinculados entre sí y con otros de idénticas características, alimentando una fenomenología endogámica semejante a la que podríamos apreciar en la naturaleza, con resultados similares.

Me siento como si estuviera predicando en el desierto, y no llego a comprender las causas por las que no acuden peregrinos en masa a escuchar mis parábolas. Como si mis discípulos estuvieran escuchando berrear al tonto del pueblo mientras se masturba, ignorándome a mí. Como si, mientras Mozart resucitado diera un concierto, el público prefiriera ovacionar los balidos desgañitados de una cabra pariendo sin prestar atención a las delicadas orquideas que brotan de mi boca.

¿Eso es lo que quereis? ¿Pan y circo?...

Tomadlos, pues.


Una de las crías recien nacidas de mi gata. A una de ellas la devoró su padre. Encontré los restos debajo de la cama. Ooooooh, que preciosidad.

Os ofrezco margaritas y miel, pero os gusta olfatear el estiercol y atiborraros de mendrugos.

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