jueves, 9 de abril de 2009

Sansón y Dalila.

Hoy no me apetece escribir para nada, aunque soy consciente que debo actualizar esto diariamente a modo de ejercicio terapéutico autoimpuesto como si se tratase de un cuaderno de bitácora alienado y alienante.

Me siento a mitad de semana como un náufrago a la deriva sobre un cartón pluma a través del océano ártico, como el desdichado protagonista en una novela de Jack London, como El Vagabundo de las Estrellas. Me fallan las fuerzas como si la mismísima Dalila hubiese arrancado mi cabellera durante la vigilia. Apuesto a que si Sansón hubiese tenido como fuente de poder su inteligencia habría sido derrotado igualmente. El hombre es un animal maleable y viciado. La mujer, aún siendo viciada y maleable, se desenvuelve con determinación y éxito en la intriga. He aquí un aventajado logro. Quizás si el orden mundial estuviese orquestado por mujeres, todo sería distinto. Aunque lo más probable, con suerte, es que acabemos gobernados por cucarachas según vayan aumentando los índices de población y los niveles de polución.

Hoy es Jueves Santo.

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