miércoles, 23 de junio de 2010

san juan en almeria.


Arrastran hasta la playa toneladas de palés, cartones, sillas viejas y colchones insalubres, libros si fuera preciso. Cualquier cosa que arda es válida para preparar la hoguera. Algunos se quedarán allí a lo largo de todo el día, guardando el sitio, aguardando al resto de la manada.

Bajan a pie por las avenidas familias enteras semidesnudas, gitanos, payos y malayos, abuelas, niños y perros desde todas las cuevas, desde todos los bloques y agujeros de la capital, como una revoltosa legión de cucarachas en profana peregrinación hasta el mar. Van a remojarse las nalgas hirsutas, los cabellos grasos, las uñas verdes de los pies, el ojo sudado y el hueso sacro del culo en las aguas purificadoras del mediterráneo. LLevan cerveza, vino y cocacola, llevan bolsas de patatas fritas en carros robados del pryca, llevan viandas para la barbacoa y radiocasetes con cintas de gasolinera. La fiesta promete.

A partir de medianoche, una inmensa humareda asfixiante con hedor a madera carcomida sube desde primera línea de playa hasta el centro de la ciudad para extenderse por las últimas callejuelas y parques, por salidas de autovía y hasta por pueblos colindantes porque esta noche es san juan.

Entonces ocurre. Miles de bolas de fuego del tamaño de una rotonda comienzan a llover desde el cielo hacia la costa transformando la celebración pagana en una escena dantesca de indescriptible fulgor. El olor a sardina asada sazonada con licor. Una bola caprichosa se desplaza de su trayectoria e impacta de lleno sobre el pleno del ayuntamiento. El olor a chorizo asado en todo su esplendor.

En esta noche mágica todo es posible.

2 comentarios:

Anónimo

Has descrito perfectamente el glamour de esta fiesta.

No creo por la noche estén los concejales en el ayuntamiento (es probable que tampoco de día), pero es probable que con un par meteoros del tamaño de una rotonda ya quede la ciudad borrada del mapa.

Pipas Carancha

-Risas- Acertadas suposiciones, amigo anónimo.